sábado, 12 de marzo de 2011

34000 años de espera

En las últimas fechas, muchos medios de comunicación generalistas, se están haciendo eco de diversas noticias relacionadas con el descubrimiento de microorganismos, con capacidades “fuera de lo corriente”. Ya en este mismo blog se recogen noticias como la bacteria californiana capaz de incorporar arsénico en lugar de fosfato en su metabolismo, o los organismos (tanto eucariotas como procariotas) capaces de subsistir a pH extremadamente ácidos en el onubense Río Tinto. Los ejemplos de organismos adaptados a los más inhóspitos ambientes son muy abundantes. Prácticamente, allí donde se ha buscado vida, por extremo que fuese el entorno, allí se ha encontrado.

Ahora, parece ser, que se rompe una barrera más. La barrera temporal. En un estudio reciente, publicado en la edición de enero de GSA Today (una publicación de la Geological Society of America), un grupo de investigadores de la University of Hawaii y de la University of New York en Binghamton, identificaron en halitas (rocas formadas por cristales de cloruro sódico) de gran antigüedad, la existencia de comunidades de microorganismos, atrapados en su interior.



Los cristales de sal, adquieren este tono rosáceo, debido a los microorganismos atrapados en su interior.

Este grupo, analizó halitas antiguas, extraídas de columnas estratigráficas del subsuelo de Death Valley (California) con intención de realizar estudios climáticos. Para su sorpresa, mientras analizaban inclusiones de líquido atrapado en estas rocas de sal, descubrieron lo que parecían ser microorganismos. Los cristales de sal, se forman y “crecen” rápidamente, de modo que pueden atrapar en forma de pequeñas burbujas de pocas micras de diámetro, las sustancias o microorganismos que se encuentren en ese preciso lugar. Estas burbujas permanecerán selladas dentro de la halita, como una cápsula del tiempo.

La datación de estas rocas y por tanto la de los propios microorganismos atrapados en ellas, las sitúa entre 22000 y 34000 años de antigüedad. Propio de un guión de Parque Jurásico (salvando el lapso temporal). El análisis microscópico de estas inclusiones de líquido dentro de las halitas, reveló la existencia de un ecosistema de halófitos tanto de eucariotas como de procariotas, de los cuales una pequeña parte estaban vivos. Los procariotas presentes en los cristales, no utilizan la energía para reproducirse o desplazarse. No tienen ningún tipo de actividad, salvo la del automantenimiento. Es decir se encuentran en estado de supervivencia, con actividad metabólica prácticamente nula.


Los investigadores postulan que los procariotas sobreviven en estas inclusiones en las halitas, por tiempos tan prolongados, al utilizar como fuente de carbono y nutrientes, los metabolitos de otros organismos de esta comunidad microbiana. Concretamente identificaron células del género unicelular de algas Dunaliella (observaron células con sus orgánulos relativamente intactos y otras células bastante degradadas), que es una especie común en estos ambientes halófitos. De esta forma hipotetizaron, que estas algas puede ser en parte, responsable del mantenimiento de este ecosistema, al servir como fuente de carbono y metabolitos.


Lo que resultó también muy interesante, fue el intento de cultivar in vitro estos procariotas. De 900 cristales, en 5 se consiguió aislar procariotas que fueran viables y se reprodujeran tras 34000 años de inactividad. Estos microorganismos tardaron un par de meses, en “despertase” de su estado de inactividad, antes de poder replicarse.

El siguiente paso será estudiar en profundidad las estrategias y los mecanismos bioquímicos (como por ejemplo el mantenimiento y reparación del DNA), que permiten a estos organismos, adquirir estados de latencia que les mantiene viables durante periodos de tiempo tan extraordinariamente largos. El conjunto de todos estos nuevos hallazgos, desplazan cada vez más, las fronteras que acotan los ambientes donde, bajo nuestra perspectiva, podría desarrollarse la vida. En lugares que antes se consideraban inhabitables, ahora se descubren ricos ecosistemas repletos de biodiversidad.

¿Cuáles son los límites a la vida? ¿Podría desarrollarse en otros ambientes alejados de este planeta?


Bibliografía:

Microbial communities in fluid inclusions and long-term survival in halite. Tim K. Lowenstein, Brian A. Schubert, and Michael N. Timofeeff

NOMBRE:Alexander Sayago Maldonado C.I:16232455
EES SECCION:1

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